La Pasión de nuestro Señor
Jesucristo, es el acto de amor más grande y como tal sigue siendo un acto vivo en
medio de nosotros, no es solo un recuerdo de un acontecimiento pasado, sigue
siendo tan actual como entonces.
Por tal motivo sigue dejando en
nosotros enseñanzas nuevas.
Reflexionando en ello en este
Viernes Santo quisiera compartir este mensaje:
Muchas veces nos ha tocado estar
frente a decisiones importantes en nuestra vida, y sabemos que la elección
correcta no será fácil llevarla a cabo, sabemos que debemos tomar esa cruz y
cargar con ella. La idea no nos apetece en absoluto, pero sabemos que es lo que
más se apega al proyecto de vida que Dios tiene para mí.
Este es nuestro Getsemaní. ¿Qué
hacer frente a la angustia, el miedo o el sufrimiento? Cristo nos lo dice de
manera muy directa, “levántese y oren para poder hacer frente a la prueba” (Lc
22, 46). Dos claras indicaciones acción y oración. Incluso en medio de la
aflicción debemos movernos, actuar y decidir a pesar de todo, para confortarnos
está la oración.
Cuando ya hemos decidido tomar la
cruz, es decir durante la cruz, nos encontramos en medio de un camino pesado
que recorrer. Nuestras decisiones tienen repercusiones, existirá gente que no
comprende el porqué de nuestras decisiones, nos critirán, nos tratarán de convencer
para que cambiemos de rumbo, otros incluso nos insultarán y otros tanto nos
acompañarán. De estos último incluso habrá quienes nos ayuden a cargar la cruz
parte del camino (Lc 23, 26).
Pero ¿de dónde puedo tomar
fuerzas para este momento y no desfallecer? La respuesta está de nuevo en el
calvario del Maestro. Perdonando, liberando, no buscando culpables; esto nos
hace la cruz más ligera. Cristo perdonó a sus verdugos y nuestros pecados
camino a la cruz y sobre todo cuando fue clavado y elevado en ella.
Cuando cargues con tu cruz,
perdona, libera y no busques culpables.
Después de la Cruz, cuando todo
ha acabado, viene la Gloria de Dios. La Resurrección. Es un momento hermoso
donde podemos ver atrás y decir que todo ha valido la pena, que nuestro sacrificio
tiene frutos, que nuestros actos de amor tienen bellas consecuencias. Así como
la Cruz nos condujo a Nuestra Salvación. ¿Qué hacer después de la Cruz? Orar dando gracias y glorificando a Dios,
porque nunca nos dejó solos, porque nos confortó y sobretodo porque solo El
puede darle significado a nuestra cruz.
Por último, tenemos la misión de
compartir con otros nuestros aprendizajes y experiencias vividas con esa cruz,
para que otros encuentren la Gloria de la Resurrección.