Queridos amigos y amigas:
La etapa del noviazgo suele ser una de las
mejores de nuestras vidas. Sin embargo muchas veces vivimos el noviazgo sin
darnos cuenta siquiera de que se trata, qué nos exige y sobre todo muchas veces
disfrutamos de sus alegrías ignorando que pueden ser muchas más las bendiciones
que podemos obtener del noviazgo de las que estamos viviendo, no le
aprovechamos al 100%.
Los novios o novias, se encuentran unidos por una
fuerza más allá de su comprensión, el amor. Siendo así la pareja se encuentra
en la necesidad de entender qué les sucede, qué ha pasado en sus vidas, qué les
ha llevado a unirse de manera tal que ahora quieren estar siempre juntos.
Cuando esto sucede no podemos quedarnos con una
explicación basada solo en la atracción, es necesario para disfrutar al máximo
los frutos del noviazgo, visualizar que su unión es un don, es decir un regalo
de Dios. Nadie se encuentra por casualidad, como nada en el universo es casual,
por lo tanto si nuestro noviazgo no es casual tiene un propósito.
Por lo tanto, los encuentros entre ambos deben
balancear la ternura y la pasión, con el diálogo abierto y sincero, que les
permita adentrarse en sus corazones para conocerse y de esta forma reflexionar
sobre sus sueños, intereses y capacidades y cómo pueden unirse de manera tal
que sean fructíferos, no solo para ellos como pareja, sino también para el
mundo en sintonía con el Plan Divino.
Actualmente la pasión que se vive en esta etapa,
no suele balancearse con este diálogo y reflexión, sino que ha ganado un
espacio cada vez más amplio en la relación. El problema es que esto no nos
permite a la pareja clarificar el sentido de su relación y así donde quieren
dirigirse juntos. No se trata de querer vivir juntos porque nos la
pasamos muy bien, sino de comprender ¿para qué Dios nos ha querido unir?
La respuesta a esta pregunta es necesaria para
una relación realmente íntima y trascendente. Sin embargo, las respuestas de
este tipo se encuentran solo en la oración y si "curiosamente" si
buscamos respuestas a preguntas relativas al amor, las hallamos todas en una
fuente común: el sacrificio de la Cruz.
Así que no podemos vivir un noviazgo lejano a la
Cruz, lejano al sacrificio y la renuncia. Por ello, todo noviazgo debe permitir
la vivencia de momentos de soledad donde cada miembro de la pareja pueda
observar cuán dispuesto está a asumir una relación cuyo cimiento sea el ejemplo
del Sacrificio de Cristo.
Generalmente, amigos y amigas, cuando la pareja
logra clarificar las respuestas a estas interrogantes y alcanza a comprender
mejor su noviazgo, toman la decisión de unirse para siempre en santo
matrimonio, una etapa de madurez sin duda, que tiene sus propias demandas.
Claro está que es más esperable un matrimonio estable de un noviazgo consciente
del plan divino, que de una relación ajena a esta realidad, sin embargo como
mencione al inicio, el lazo que une a las personas siempre va más allá de la
comprensión humana por ello vemos parejas que a pesar de sus debilidades, el
Señor se glorifica en ellas y las levanta. Por tal motivo no podemos alejarnos
de la Oración.
Recuerden llevar las cosas con calma... Les
quiere Osva..!