Para nadie es un secreto que la vida en grupo y que la vida en comunidad no es una tarea sencilla. Basta decir que no todos pensamos de la misma manera ni vemos las cosas siempre desde la misma perspectiva. Pero esto no debe ser un obstáculo para seguir y servir al Señor.
Cuantas veces nos desilusionamos por las cosas que vemos que pasan en nuestros grupos, por los roces, las peleas, los chismes, los actos malintencionados, las envidias y las diferencias, ¿quién no ha pensado en dejar todo y seguir su vida sin estas complicaciones? Creo que a muchos nos ha sucedido.
Pero esto no es algo que detenga el caminar de la Iglesia, pues ella es guiada por el Espíritu Santo, y estas situaciones se presentan en la Iglesia desde siempre, incluso con grandes santos en medio de estos grupos. Tal y como le sucedió a San Pablo, en los propios comienzos de la Iglesia, por ello nos escribe lo siguiente:
Lectura: Efesios 4,1-7.11-13 "Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, evangelizadores"
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Anden como les pide su vocación. Primero, hemos tenido la bendición de pertenecer a un grupo eclesial, tenemos la vocación en primera instancia de amar y luego de poner en pŕactica ese amor en el servicio. Un servicio que ha de ser humilde sin alardes y sin el afan de ser reconocidos por los demás o recibir alagos por nuestros méritos; sino con los ojos en Cristo, amables con los demás y capaces de entender al otro y no buscar ser entendidos primero.
Mantengamos un espíritu de paz, que nos permita poder convivir a pesar de las diferencias, de las distancias y de la adversidad, sobrellevándonos con amor, pues si mantenemos la unidad nos mantendremos también unidos al cuerpo Místico de Cristo. De lo contrario nuestro testimonio sería contrario a nuestra palabra, volviéndola vacía y nada convincente, no podemos decir que amamos a Cristo y nos peleamos entre nosotros... Mentira sería nuestra vida..!!!
Antes bien, debemos valorar los carismas y dones que el Espíritu a depositado en cada quien: Debemos creer en que en el grupo están los carismas necesarios para salir adelante a las cosas que se presentan, de no ser así el mismo Espíritu infundiría lo que hace falta o traería quien sea necesario.
Cuando dudamos de la acción del Espíritu Santo en el grupo es cuando abrimos las puertas al "divisor" y surgen las grietas en las relaciones y cuando el orgullo se apodera de algo que nunca ha sido nuestro sino de Dios.
Por ello, confiemos en la acción del Espíritu Santo y seamos dóciles a su voluntad para ser una múltiple unidad de carismas a su servicio.
Les quiere... Osva..!!