jueves, 1 de diciembre de 2011

De dónde te viene la fuerza?

¿Qué es lo que te mueve a actuar? ¿Qué es lo que te hace moverte hacia Dios?

Sin afán de ser teólogo ni mucho menos, quisiera que pensaramos en aquello que nos mueve a buscar el bien y por ende volvernos hacia Dios. En este tiempo de adviento en el que se nos pide mirar de nuevo el camino que Dios nos propone, a veces nos queda la interrogante de ¿cómo hacer para seguir la propuesta del evangelio cuando conozco perfectamente mis limitaciones?
 
Esa fuerza solo puede venir del Espíritu Santo, de la tercera persona de Dios, solo El puede darnos la certeza de sentirnos tan amados como para siempre tener la confianza de buscar su perdón.

De El viene ese ardoroso deseo de buscarle y es quien propicia la alegría y el gozo en nuestros corazones cuando le tenemos cerca. 

¿Hace cuánto no te das el chance de experimentar toda la vitalidad que el Espíritu Santo ha colocado en nosotros desde el día de nuestro bautismo?

A veces no nos sentamos a reflexionar sobre Dios Espíritu Santo, tanto como lo hacemos de Dios Hijo, pero el Santo Espíritu es aquel que nos da la vida, El es el soplo de vida. 

Cuando nacen en ti las ganas por vivir, por aventurarte, por asumir la vida, cuando sacas fuerzas y no sabes de donde, cuando quieres reír y no sabes porque, cuando has llorado de felicidad, cuando sientas satisfacción, paz, plenitud, cuando experimentas el consuelo, cuando a pesar de la tormenta sientes confianza, cuando experimentas seguridad.... Ese no eres tu... es el Espíritu Santo que se posa sobre ti y le has dejado estar contigo....
Por eso la próxima vez que oremos en el credo... Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida que procede del Padre y del Hijo y con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria... Piensa en las veces que te has permitido experimentar su poderosa presencia y cuánto darías porque sea así siempre.


Les quiere Osva.


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